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8M y discapacidad: cómo eliminar barreras para el pleno goce de los derechos

Es primordial garantizar una vida saludable y la promoción del bienestar de todas las mujeres y niñas con discapacidad en todas sus etapas vitales.

San Juan 08/03/2024

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 Se estima que una de cada cinco mujeres vive con alguna discapacidad, caracterizadas por la heterogeneidad en todos los niveles, por raza, idioma, clase, religión, nacionalidad, edad, etc. que, asociada a la limitación funcional, ocasionan experiencias de vida radicalmente diferentes y a menudo conllevan a que las mujeres y niñas con discapacidad vivan situaciones extremas y de profunda discriminación.

Existen cuatro barreras presentes que transversalizan a las mujeres en situación de discapacidad: barreras físicas, comunicacionales, de acceso a la información y actitudinales.

Muchas mujeres se enfrentan a estas barreras para el goce de sus derechos humanos y su plena igualdad debido a factores como su discapacidad y pueden encontrarse en situación de desventaja y marginadas por falta de conocimientos generales y por el no reconocimiento de sus derechos humanos, así como por los obstáculos que encuentran para tener acceso a la información y a los mecanismos de recurso en caso de que se violen sus derechos.

La participación de las mujeres con discapacidades, así como las consultas con ellas y con las organizaciones que las representan, han servido de base para la adopción de medidas inclusivas en materia de igualdad de género y discapacidad a todos los niveles.

Salud sexual y reproductiva con perspectiva en discapacidad 

Las personas con discapacidad -en especial mujeres, niñas y adolescentes- enfrentan obstáculos en la mayor parte de los ámbitos de la vida para el pleno ejercicio de sus derechos. A su vez, los y las jóvenes con discapacidad -en particular, niñas y adolescentes-, tienen casi cuatro veces más probabilidades que sus pares sin discapacidad de ser víctimas de abuso y violencia sexual; y las niñas y adolescentes con discapacidad intelectual son quienes corren el mayor riesgo.

Asimismo, se ha demostrado que las niñas y adolescentes con discapacidad tienen poco conocimiento sobre sus derechos sexuales y reproductivos y un acceso limitado a los servicios de salud y educación sexual. Los estigmas y estereotipos que pesan sobre ellas generan la errónea concepción de que no necesitan esa información y servicios. Esto se ve agravado por la falta de concientización y capacitación en el tema por parte de los equipos de salud y docentes o por la falta de estructura y/o recursos para darles una atención adecuada. Si bien no existen cifras oficiales, porque es habitual el subregistro de estas condiciones, evidencia de experiencias locales e internacionales ha demostrado que este grupo poblacional encuentra serios obstáculos al momento de ejercer sus derechos en materia de salud.

Desde los servicios de salud se deben garantizar las condiciones para el ejercicio de derechos de las personas con discapacidad. En este sentido, alcanzar servicios de salud accesibles y desarrollar buenas prácticas de pleno respeto de los derechos, implica necesariamente hacer foco en las actividades, discursos y mecanismos que operan como barreras que obstaculizan el pleno ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad también en lo que respecta a atención de la salud sexual y reproductiva. Realizando un trabajo en conjunto con todos los actores sociales y de la comunidad que intervienen en estas áreas se pueden optimizar estos recursos.

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